La Unión Europea consiguió cerrar el pasado 28 de junio de 2019 el mayor Acuerdo comercial alcanzado por los Veintiocho con los países de Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay). El pacto, que ha llevado casi dos décadas de negociaciones, dará acceso a las empresas europeas a un mercado de 260 millones de consumidores, según afirmaron fuentes comunitarias. Con su firma, la UE se reivindica como bastión del libre comercio en una época marcada por el unilateralismo y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.
Mercosur es el principal proveedor de productos agrícolas de la Unión Europea con el 20% y cerca del 70% de los productos para la alimentación animal, procedente de Brasil. Alrededor del 80% de la carne de vacuno que se importa procede de esta zona. En el caso de España, Brasil se convierte en el segundo proveedor de productos agroalimentarios tras Estados Unidos, entre países extracomunitarios y Argentina el tercero, aunque con una balanza general deficitaria.
El Acuerdo político se selló durante una reunión de alto nivel en Bruselas, después de que en las últimas semanas Alemania y España le dieran un nuevo impulso para vencer las resistencias que se alzaban en el seno de la Unión por los riesgos que entraña para el sector agrícola. En esta dirección, Phil Hogan, comisario de agricultura, declaró: «El Acuerdo presenta retos para los agricultores europeos y la Comisión está lista para ayudarles a superarlos”.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, se mantuvo escéptico hasta el último momento, debido principalmente a las inquietudes que despierta el posible abandono de Brasil del Acuerdo de París, el primer Acuerdo mundial vinculante sobre el clima. Con todo, Macron ha identificado en el Acuerdo unmodo de fortalecer la posición de la UE frente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a pesar de los riesgos domésticos a que se enfrenta, como el posible rechazo de los agricultores o la presión de los chalecos amarillos.
El Acuerdo de Principio firmado va más allá de la configuración de un mercado de 780 millones de consumidores (con 260 millones pertenecientes al Mercosur): contempla la supresión de aranceles en sectores clave a través de las llamadas Reglas de Origen; establece un sistema de contrataciones públicas eficiente, transparente y competitivo en reciprocidad, y ata a las partes al Acuerdo de París, todo en el marco de un compromiso para el dialogo político y otro para la cooperación.
El Acuerdo también ha contado con algunas críticas. Más de 340 organizaciones sociales, setenta eurodiputados y las principales entidades agrarias, han acudido a la Comisión Europea para frenar su celebración. Según advirtió la patronal agraria Copa Cogeca: “Las decisiones que se tomen ahora sobre el comercio afectarán a los cimientos de la vida europea de las próximas generaciones, especialmente en un momento en el que el sector agrícola está buscando asegurar su renovación generacional”.
Por otro lado, son destacables los recelos por parte de Estados miembros como Polonia, Irlanda, Francia y Bélgica. Mediante carta, advirtieron a Bruselas de los potenciales riesgos del Acuerdo sobre los sectores agrícola y ganadero. De hecho, fueron productos como la ternera y el azúcar los que resultaron más problemáticos en la negociación. Todas las críticas hicieron que España tuviese que impulsar una ofensiva diplomática para recoger los trabajos de la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström. La carta urgía al Ejecutivo comunitario de Jean-Claude Juncker a cerrar el Acuerdo y fue respaldada por países como Portugal, Suecia, República Checa, Lituania, Alemania y Holanda.
El Acuerdo posibilitará a las empresas europeas erradicar de golpe alrededor de 4.000 millones de aranceles que beneficiarán a la industria del automóvil -a la que hasta ahora se imponen unas tasas del 35%-, de maquinaria -14-20%-, química -18%- o farmacéutica -14%-. Sin embargo, también rompe barreras en los sectores del calzado, textil, vinícola o de bebidas espirituosas y licores. A cambio, dará impulso a las exportaciones del Mercosur hacia la Unión, principalmente de productos agrícolas y ganaderos. Por lo demás, en términos diplomáticos, permitirá a la actual Comisión sacar pecho tras finalizar las negociaciones con Japón y Canadá.
Con anterioridad al Acuerdo, las relaciones entre la UE y los cuatro países que componen el Mercosur eran verdaderamente intensas. Las exportaciones de Mercosur a la UE alcanzaron los 42.600 millones de euros en 2018, mientras que en sentido contrario, llegaron a 45.000 millones de euros. La mitad del comercio desde el Mercosur se centra en agricultura y ganadería, mientras que en la UE, esos productos suponen apenas un 5% de las ventas.
Por su parte, el sector agrario español ha mostrado cierta inquietud por el volumen y las condiciones que se puedan fijen a las importaciones de carnes de vacuno y pollo, así como de azúcar, arroz, zumos y cítricos. Desde el Comité Económico y Social Europeo, se señaló que ha de haber un equilibrio, así como proteger las disposiciones sanitarias y fitosanitarias comunitarias en defensa de productores y consumidores, todo bajo el paraguas de la sostenibilidad
Las relaciones comerciales y de cooperación entre la Unión Europea y el Mercosur se estrechan en un contexto dominado por la incertidumbre, tanto a nivel comunitario como global. De una parte, sectores como el agrícola o el ganadero cuestionan su propia resiliencia y la capacidad de reacción de las instituciones de la Unión. De otra, en un panorama internacional dominado por la guerra comercial y de poder entre Estados Unidos y China, la Unión Europea da pasos firmes para conseguir desmarcarse y asegurar su liderazgo en asuntos como la cooperación comercial o el cambio climático.
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