La Ruta de la Seda china llega también a América Latina

La imparable expansión de China alcanza el subcontinente sudamericano

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I

Introducción

Como adelantábamos en artículos anteriores, entre los objetivos de la ‘Ruta de la Seda’, el principal es mantenerse y expandir su presencia por todo el mundo. Desde que se presentó la iniciativa en 2013, cuyo nombre rememora el tiempo en el que China era el único país que producía y comercializaba seda, el proyecto ha crecido hasta alcanzar multitud de países. Asia y África eran los primeros referentes, pero sin embargo, el punto de mira ha fijado su objetivo en América Latina, y se trata de un proyecto prometedor.

La ambición de grandeza de Xi Jinping, y el carácter competitivo chino, especialmente cuando se trata de rivalizar con Estados Unidos, explican el interés por situarse en cabeza mundialmente. Pese a las turbias relaciones con ese país y sus recelos con respecto a cualquier acción que venga de manos de China, esto no arredra al gigante asiático, sino que supone una motivación adicional en su búsqueda de nuevos mercados.

 

II

La presencia china en América Latina

Para Estados Unidos, expandirse hacia América Latina no es nuevo. Su predominio en ese subcontinente ha sido rotundo durante muchos años, considerándolo como parte de su esfera de influencia natural, pero ya desde la presidencia de Obama y su acción exterior de recentramiento asiático, y posteriormente con Trump en la presidencia, y su desinteresada actitud, se confirmó la pérdida de interés económico por los EE.UU. en la región. 

En vistas de la puerta abierta que dejaban los EE.UU., China no perdió la oportunidad y dio inicio a una nueva fase de afianzamiento de las relaciones e intereses económicos con los países del área. Este contexto ha favorecido la presencia china en el territorio latinoamericano, logrando colocarse como principal socio comercial de Perú y Chile, dos de los países económicamente más estables. Un tratado de libre comercio con Beijing fue el detonador.

La relación económica entre China y América Latina, ha mejorado de forma progresiva. Desde la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), las exportaciones latinoamericanas a China han representado un 10% en 2017, cifras mucho más elevadas que las que se dieron en 2001, cuando representaban un 1%. Un incremento parecido se pudo ver con respecto a las importaciones latinoamericanas de China, aumentando de un 3% en 2001 a un 18% en 2017. Sin embargo, el récord se alcanzó en 2018, cuando el volumen del comercio bilateral entre China y América Latina alcanzó los 307.400 millones de dólares, aumentando un 18.9% con respecto al año anterior.

La presencia asiática en América Latina busca su sitio desde en la construcción de puertos y carreteras hasta en la implementación de conectividad 5G, promoviendo la riqueza y mejorando la infraestructura. A la lista de países con los que se han establecido vínculos se han sumado recientemente Uruguay, Cuba, Chile, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Las importaciones y exportaciones entre Chile y China alcanzan los 42,791 millones de dólares en 2018, y es que no se trata de una relación nacida a raíz de su inclusión en la Ruta de la Seda, sino existía desde tiempo atrás. Por lo cual, se entiende que la Ruta de la Seda servirá para iniciar relaciones con algunos países, y fortalecerlas con otros.

Entre las acciones que se están llevando a cabo, se encuentra la reconstrucción del aeropuerto ‘Eloy Alfaro’ en Ecuador afectado por el terremoto de magnitud 7,8 en 2016. En Panamá se realizará una nueva línea de tren que conectará la capital del país con David, una ciudad occidental. Mientras que Chile y Perú, se mantienen al frente de la inversión China, convirtiéndolo en su principal socio comercial como decíamos anteriormente.

III

El lado más controversial de la Ruta de la Seda

La Casa Blanca advierte de la escasa fiabilidad de las inversiones Chinas, y de sus préstamos no tan ventajosos. Se basan en la forma de financiación de los países ya que el proyecto cuenta con su propio banco, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura’, al cual acceden las naciones participantes para obtener préstamos, con los que construir líneas de tren, aeropuertos, proyectos 5g, entre otros planes de desarrollo.

Se espera que el proyecto implique un total de 1 billón de dólares en inversiones. Entre las críticas que ha suscitado la iniciativa, está la del posible endeudamiento masivo de las naciones receptoras. No sería la primera vez que un país se ve imposibilitado de seguir con el pago. Ocurrió con Malasia, que tuvo que anular tres proyectos de infraestructuras, entre ellos una línea ferroviaria valorada en 20 millones de dólares, por no poder financiar su deuda de 250.000 millones de dólares. No obstante, el interés por establecer relaciones comerciales con China sigue en pie, y por él apuestan numerosos países latinoamericanos, que buscan el crecimiento de sus economías e infraestructuras.

IV

Conclusiones

La magnitud global de los proyectos chinos de expansión de su mercado es definitivamente una realidad. Podemos comprobarlo en muchos países con los que mantienen relaciones comerciales. La aclamada, y al mismo tiempo, temida ‘Ruta de la Seda’, sigue en funcionamiento y la ambición china resulta imparable. No decaen los esfuerzos por lograr un posicionamiento en la cima del comercio internacional y los países que forman parte de la Ruta lo apoyan.

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