A diferencia de lo que se suele pensar, dentro de la Unión Europea existe una gran diversidad de monedas. Además del Euro y las demás monedas nacionales existen otras divisas que, pese a no ser de curso legal, se utilizan en ciertos intercambios. No siempre se puede pagar o realizar transacciones con ellas (por ejemplo, no se pagan impuestos) pero han sido creadas por los mismos usuarios y en algunos contextos tienen una amplia aceptación social.
A nivel local destacan las llamadas «monedas sociales», utilizadas como una manera de dar impulso al comercio local: el Bristol Pound en Bristol (Reino Unido), o el Real en la ciudad valenciana de Vila Real. También Barcelona prevé la creación de su propia moneda social para 2019.
Pero esta «innovación monetaria» ha tenido repercusión en la red. En una época en la que las transacciones a través de Internet se consolidan, destacan como instrumento de intercambio las criptodivisas. Son otro tipo de moneda social, con sus particularidades, sus ventajas e sus inconvenientes.
Criptodivisas: ¿qué son?
Las criptodivisas son monedas digitales. Su origen se remonta al 2008, siendo el Bitcoin la primera moneda virtual en nacer. Actualmente se estima que existen más de mil seiscientas divisas (muchas de las cuales acabarán desapareciendo pronto). Divisas que permiten hacer transacciones y dar valor pecuniario a los productos y servicios; digitales porque no existen físicamente; es decir, no cabe la opción de obtener la «moneda» en efectivo, sino solo en un formato electrónico. Es una moneda totalmente virtual.
Pero ¿por qué se les denomina criptodivisas?
Con el fin de garantizar cierta seguridad, estabilidad y valor a la divisa virtual se construyen sobre un cifrado digital, con las que se pueden realizar operaciones y transacciones entre los interesados sin necesidad de intermediarios. Estas «monedas» utilizan una criptografía con las que se crean —según sus defensores— economías más seguras, con mayor privacidad y sin que estén sujetas al control de ninguna autoridad política.
Debido a este cifrado digital las criptomonedas no pueden ser falsificadas. Cada persona posee sus propias claves criptográficas, necesarias para realizar cualquier tipo de operación.
Se gestionan a través de la tecnología «blockchain». El sistema se basa en un registro de todas las transacciones y operaciones, accesible a todos los usuarios. Es una suerte de base de datos del que todos los (ordenadores) que participan en la red guardan una copia. Para garantizar la seguridad de las divisas es necesario que la comunidad de la moneda apruebe cada operación, de tal forma que no se pueden duplicar transacciones.
El blockchain es una base de datos que registra todas las transacciones realizadas en la red.
¿Cómo se consiguen las criptomonedas?
La manera más sencilla es comprándolas. Para ello tendremos que registrarnos en alguna de las plataformas dedicadas a su venta. Como consecuencia de la falta de regulación y de un control efectivo existe una enorme especulación con su valor (en moneda de curso legal), pudiendo fluctuar y alcanzar valores muy elevados.
Otra forma de conseguir criptomonedas es mediante transacciones, es decir, que nos hagan un pago con alguna divisa virtual. Tal fue el caso del vendedor de una vivienda en Tarragona que aceptó a cambio 40 bitcoins.
En fin, otra forma de obtener criptomonedas es mediante el sistema de «minado». De forma paralela al dinero «convencional» que históricamente conocemos se ha ido creando a medida que se ha ido necesitando. Pero para crear divisas digitales no es necesario imprimir nuevos billetes sino que se acude al sistema de minado, que consiste en el descubrimiento de nuevas unidades de criptomonedas.
Ventajas de las criptomonedas
La idea de las criptomonedas es poder prescindir de intermediarios a la hora de hacer transacciones económicas. Esta es la ventaja mayor de este nuevo tipo de divisas: una operación intermediada por bancos necesita una confianza en el sistema, dado que no se intercambia unidades de dinero, sino que se anulan las deudas que tienen entre ellas. En unos países donde existen poca confianza en el sistema financiero, o donde la inflación no está controlada, una criptodivisa puede ser una alternativa a la hora de realizar operaciones.
Históricamente la solución ante situaciones de inestabilidad financiera ha sido comprar oro como valor de reserva; o retirar todo el dinero en efectivo (lo que ha podido provocar crisis financieras importantes). Actualmente se ofrece una nueva alternativa, más acorde con los tiempos que corren: comprar criptodivisas. De la misma manera, si no se puede comprar en otras divisas de curso legal por un problema de convertibilidad de las divisas, las criptodivisas permiten comprar a distancia sin tener este problema de cambio de divisas. Además no se basan en la confianza, sino que existe una prueba criptográfica de su existencia.
Por otra parte el funcionamiento del sistema ofrece seguridad para quienes pretenden invertir en criptomonedas o utilizarlo como valor refugio. El sistema de criptomoneda, basado en el blockchain, ha sido ideado para evitar posibles ataques o manipulaciones que hagan perder la confianza en él: al no quedar las operaciones y transacciones registradas en un único ordenador sino en miles de ordenadores de todo el mundo —básicamente, los dedicados al minado de criptomonedas— sería imposible piratear el sistema. De tal suerte que solamente aquellas operaciones que han sido autorizadas y validadas por estos ordenadores existen.
Para piratear una sola transacción se tendrían que buscar todos los ordenadores que participan en el Blockchain y piratearlos.
Por todos estos argumentos, se estima que el sistema de criptodivisas puede ser muy beneficioso para las pequeñas empresas, que no tendrán a acudir a intermediarios financieros (que tienen su coste añadido), pero con un sistema que sigue siendo muy protegido.
Los inconvenientes de las criptomonedas
Por el contrario, el principal inconveniente de las criptomonedas es su propio estatuto: no son divisas de curso legal. Por tanto, no están reguladas por una autoridad central, siendo su fluctuación la principal causa de recelo ante posibles burbujas. Lo que hace que las operaciones no sean tan seguras al nivel económico. Para los economistas ésta es la razón por la que las criptomonedas no se pueden considerar una verdadera moneda: no permite prever valores futuros con seguridad. Son un campo de especulación.
La especulación con las criptomonedas es la principal causa de recelo, al ser relativamente sencillo la generación de burbujas.
Otro argumento en contra de su uso en el comercio diario es que es una plataforma donde cada uno gestiona sus unidades de criptodivisas. No existe un sistema de quejas en caso de problemas porque no hay ninguna autoridad que arbitre.
Por otro lado, al nivel técnico, minar criptomonedas es una tarea muy costosa en energía eléctrica, considerándose que el sistema actual no podría soportar tantas transacciones diarias como los sistemas clásicos de operaciones (como VISA).
En fin, la falta de regulación de las criptomonedas también favorece su uso en fines ilícitos, como el comercio de drogas o el blanqueo de capitales. Incluso se han dado casos de empresas cuyas webs fueron secuetradas y cuyos rescates se reclamaban en Bitcoin.
Conclusión
Las criptomonedas utilizan una nueva tecnología de organización de información y de intercambios que se va a desarrollar, y que se tendrá que regular en el futuro por los gobiernos para limitar sus inconvenientes.
En sí, aunque la seguridad que arrojan los sistemas y programas informáticos sobre los que se sustentan las criptodivisas generen cierta seguridad, la sencillez con la que fluctúan las monedas, no estar sujetas a ninguna autoridad gubernamental, o el anonimato en las transacciones que pueden realizarse con ellas (permitiendo su uso para fines ilícitos) son actuales retos de estas nuevas divisas.
De lo que no cabe duda es que su aparición y democratización supondrá un cambio para el comercio internacional al facilitar las transacciones e impulsar la globalización.
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